Después de solventar nuestros billetes de tren hacia un pueblecito dónde cogeremos mañana el ferry que nos llevará a las islas, nos pusimos en marcha hacia las Cataratas de Erawan. Está situada a unos 65 kilómetros desde Kanchanaburi.
No hemos tardado mucho en llegar, sobre 45 minutos a una velocidad media de 90 km/h, y la carretera está en perfectas condiciones. A mitad de camino hicimos una parada de descanso, dónde nuestro amigo Nacho ha experimentado lo que te puede suceder si eres un poco curioso con los animales. Se acercó a saludar a un tipo de vacas con orejas caídas, las cuáles se encontraban en un cerco delimitado sólo por un delgado cable. Alargando su brazo con intención de tocarla, de repente, pega un brinco y se vuelve haciendo gestos de dolor en su brazo, con lo que automáticamente pensamos que la vaca le ha mordido, pero no, por lo visto al acercarse a tocarla, rozó el cable con su pierna y éste le soltó una descarga que le recorrió la pierna y todo el brazo hasta salir por un dedo, vaya risas que nos hemos pegado, Frank de la Jungla jejejejej.
Antes de comenzar la ascensión, nos hemos pegado una comilona para ir con fuerzas y no vernos en mitad de las cataratas hambrientos. Las cataratas están compuestas por 7 niveles, y el recorrido hasta el último nivel puede ser de unos 2 kilómetros más o menos. Decidimos subir hasta la cima y después ir bajando y disfrutar de algún baño, pero ya en la 5ª hicimos una parada y Olga, Nacho y María se dieron un pequeño chapuzón.



Después de coronar el 7º nivel y tomar algunas fotos, bajamos y paramos en una de las cataratas dónde podías divertirte con toboganes naturales y algunos saltos, rodeados de peces mordedores locos por comerte tu piel muerta.
Al poco rato apareció un empleado del Parque que andaba recogiendo gente e informando del cierre del acceso a las cataratas, y justo empezamos a andar cuando nos topamos con algunos monillos. María llevaba un paquete de galletas de coco, con lo que decidimos intentar atraer su atención, y lógicamente resultó. En dos minutos estábamos rodeados de monos, todos queríamos darles de comer. Hubo alguno de ellos que hasta avisaban a Nacho con tirones en sus pantalones: Eh que estoy aquí, dame galletaaaas!!!!!!!. Nos ha encantado estar con ellos por unos minutos. Durante el proceso de alimentación hemos conocido a una pareja americana de origen tejano, con los que hemos entablado conversación toda la bajada, son Mattie y Julian.
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Kwai Brigde |
Ya de vuelta a Kanchanaburi, hemos quedado con Mattie y Julian para cenar en el Night Market, dónde ayer vimos un buffet por sólo 89 baths y la comida pintaba deliciosa. En mitad de la mesa te ponen una especie de barbacoa redonda, dónde en el medio cocinas la carne y pescado, y en los bordes echan agua hirviendo y puedes cocer las gambas, tallarines y verduras. Nos hemos puesto moradoooooss!!!!! Hemos acabado el día tomando un Gin Tonic para hacer un poco mejor la digestión y dando un paseo para bajar la comida de vuelta a casa.
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