Nuestra primera idea era alquilar unas motos porque el taxi nos salía un poco más caro, pero después de debatirlo por unos minutos hemos llegado a la conclusión de que el tiempo no acompaña mucho estos últimos días y no estoy yo como para ponerme chorreando, así que apañamos precio y por 150.000 rupias entre los tres, cómo algo más de 4 euros por persona, nos llevan a los campos de arroz, a probar algo de café y echar un vistazo a algún templo.
Primera parada repleta de turistas aglomerados en pequeños espacios haciendo fotos de los campos de arroz, nuestro conductor nos comenta de parar solo por unos minutos para sacar alguna foto y después nos llevará a algún sitio más tranquilo para que podamos dar un paseo. Seguimos nuestro camino hacia el lugar dónde pretendemos probar café elaborado a base de caca de gato salvaje, muy famoso por estas tierras y muy valorado. Alimentan a estos gatos, o más bien, gatos con aire a ratas muy grandes, con el grano de café, y después al defecarlo los separan, limpian y trabajan. Desde la entrada del lugar hasta la tienda dónde realizas la prueba, hemos podido ver todo tipo de plantas y árboles con los que elaboran cada tipo de infusión. Sentados a la mesa, nos ha dado a degustar unas 8 diferentes clases en total entre café y té, entre ellas, ginger té, té de limón, té de arroz, café balinese, cacao exquisito, etc. Sebas ha ordenado el famoso café de caca, algo fuerte y no muy diferente de algunos de los mejores cafés que hayamos probado antes en otros lugares, así que por mi parte y no siendo un cafetero empedernido, no me ha gustado. Los precios carísimos por supuesto, elaborado artesanalmente con su aumento de precio correspondiente a los turistas, y comisión al conductor con la ingeniosa escusa de tengo que ir al lavabo después de haber estado allí como 30 minutos jejejejj (lógico)


Llegamos a los campos de arroz solitarios, sólo estamos nosotros y el resto de campesinos trabajando las plantaciones. El paisaje es espectacular, se respira una paz impresionante, el ruido es escaso, solo algunos vehículos que pasan dedicándonos sonrisas, que amable es la gente en este país. Hemos caminado una media hora recreándonos en el paisaje y realizando sus correspondientes fotos. Al final del camino nos espera el conductor en la puerta de un templo, que para ser sinceros, nada que tenga que ver con algo que incite a la curiosidad.
De vuelta a casa, algo para comer y pasar las últimas horas con Sebas, el cual, no tiene muchas ganas de volverse a Koh Tao, le ha encantado Bali, su gente, su paisaje y sus zonas de buceo tan espectaculares. Queremos decirle que nos ha encantado pasar esta semana con él y haber compartido juntos la primera vez que vemos Mantas Rayas en nuestra vida cada uno de nosotros y experimentar otra manera de bucear con alguien a nuestro lado que nos inspira mucha confianza. Te deseamos todo lo mejor y esperamos verte pronto en cualquier parte de este pequeño mundo.
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