Camino a Vang Vieng, la ciudad del Tubing. Consiste en agarrar un flotador con forma de donut y dejarte llevar por el río, pero con el aliciente de tener durante casi todo el trayecto un montón de bares a cada orilla del río dónde puedes parar y tomarte algo y pegar saltos locos desde tirolinas de vértigo y trampolines de espaldas picantes jejejej.
Durante el trayecto hemos visto como los locales se aglomeran a orillas de la carretera, dónde tienen sus viviendas y se dedican a recoger unas plantas de nombre que desconzco, con las que componen auténticas rudimentarias escobas. Nos ha sorprendido ver a los niños trabajando en la carretera a una temprana edad y cargando con sus cabezas cestas llenas de escobas.
A la llegada Vang Vieng la primera impresión no ha sido lo que esperábamos, pero una vez acoplados y después de dar un paseo, la perspectiva ha cambiado por completo, las vistas y el lugar son espectaculares.
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